jueves, 15 de diciembre de 2011

OLVIDANDO LAS RESPUESTAS

Intento dejar de lado las respuestas, reflexionar, pensar, meditar y que ellas, las respuestas,  vengan solas. Es una costumbre, un ritual difícil de cambiar, siempre me han enseñado que ante una pregunta, hay que contestar. ¿Pero contestar a que? ¿Contestar lo que quieren escuchar? ¿responder lo que debo decir? ¿callar?
Hasta ahora me ha podido servir o no responder a  tanta pregunta sin sentido, llenas de conceptos que olvidé a los 4 días. Ahora prefiero, ahora me dado cuenta, que solo quiero preguntar, preguntarme a mi misma y que las respuestas vengan solas ¿reflexionar? Difícil cuestión, porque me pregunto y me pregunto durante horas  sin obtener una respuesta ¿descubrimiento? Si descubro ideas, razones que utilizaría para escribir, pero cuando las escribo me suenan a contestación inadecuada, a una tontería que no tiene importancia y solo entiendo yo ¿he fallado otra vez? ¡Que vergüenza! soy tan incapaz de reflexionar, reflexionar sobre lo que quiere la gente que reflexione ¿pero por qué tengo que reflexionar sobre lo que quieren los demás? Ahora quiero hablar de lo que pienso, de lo que pasa por mi mente, no quiero dar una respuesta a nadie, solo a mi misma.

Una contradicción, ya que no quiero dar respuestas, pero lo único que he hecho en todo el texto es preguntar y contestar ¿por qué es tan difícil? (ahí va otra) No estoy contestando, estoy reflexionando, y si alguien dice lo contrario, ESTA ES MI FORMA DE REFLEXIONAR.

1 comentario:

  1. Me gustó mucho en su día este post, y ahora estoy seguro que entiendes mejor el porqué.

    Un saludo

    Alejandro

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